El río Sella ha contribuido, a su paso por Amieva, Ponga, Parres y Cangas de Onís, a la consolidación de unas tierras de gran valor. En sus vegas, hace miles de años que los campesinos siegan y cosechan, mientras los animales pacen los prados de ribera. Los pueblos y las aldeas se han acomodado a las avenidas del río y una estricta ordenación protege actualmente el territorio de la comarca.

Todos sus concejos viven y aprovechan la riqueza del paisaje, en cuyo seno se ha desarrollado una actividad turística importante. En los núcleos rurales, las casas de aldea y los pequeños hoteles alojan a visitantes que vienen en busca de calidad ambiental.

Por su parte, las riberas del río son espacio de pescadores, de caminantes y de un conjunto cada vez mayor de deportistas que combinan el ejercicio con el disfrute de la naturaleza. Todo el mundo pasea y valora una tierra hermosa, que alimenta al ganado, proporciona salud a quienes la recorren y sustento a los pequeños establecimientos integrados en ella. El interés público de este paisaje es primordial.

En cambio, un parque de baterías en mitad de la vega conlleva el empleo de materiales químicos, potencialmente tóxicos, que pueden contaminar el suelo, el pasto y el agua. El riesgo de incendio y explosión de estas instalaciones, así como la extensión del fuego a la masa forestal anexa, agrava el problema, pudiendo afectar seriamente al uso agrícola y ganadero de toda la vega. Las especies protegidas que componen el valioso ecosistema del Alto Sella podrían verse además amenazadas por el ruido y las vibraciones de la instalación, y todo el entorno se vuelve menos saludable para vecinos y visitantes, indignados ante unas estructuras que el planeamiento urbanístico vigente descarta absolutamente en la ribera del río.

Por todo ello, los firmantes de esta declaración manifiestan su radical oposición a la ubicación e instalación del parque de baterías previsto en la vega de Avalle y Deu, a 170 metros del Sella y sobre un suelo de inmenso valor ambiental.